PRESENTACIÓN

La Biblioteca Alberdi de Punta Alta ha asumido un claro desafío. Un Cine Club es un foro, es decir, un espacio no sólo desde el punto de vista físico, sino desde lo que entraña, un debate, una mesa redonda, una discusión sobre un tema, y en este caso, sobre una obra de arte como es un film. Es una organización socio-cultural, portadora de una dinámica especial para el conocimiento, la educación y la formación no sólo sobre el séptimo arte sino también desde lo humano, si consideramos que la obra fílmica es la consecuencia de una tarea noble sobre una concepción del hombre y del mundo, tal como sucede con la literatura, la poesía o la pintura.

jueves, 14 de agosto de 2014

EL CINE CLUB DOS MIRADAS CONSIDERADO DE INTERÉS LEGISLATIVO












Copia del decreto, con fecha 13 de junio de 2014, por el cual el Concejo Deliberante de Cnel. Rosales, en la ciudad de Punta Alta, decreta de interés legislativo el Cine Club "Dos Miradas" que se desarrolla en las instalaciones de la Biblioteca Juan B. Alberdi.
Este es el texto, en abril de 2012, con el que se fundamentó la creación del Cine Club:

                                    BIBLIOTECA ALBERDI. POR QUÉ UN CINE CLUB

Una breve explicación acerca de lo que es un “Cine Club” merece que nos detengamos en algunos de los aspectos más relevantes de lo que constituye el fenómeno cinematográfico como expresión artística y no mero entretenimiento. La consideración del cine como arte es, a grandes rasgos, el origen del movimiento cineclubista a nivel mundial. Nace el “cineclubismo” como necesidad y como actitud frente a un hecho socio-cultural de extraordinaria expansión y profunda significación durante todo el s. XX. A mediados, y aún antes, de esta centuria y hasta la actualidad, el espectador cinéfilo o no comienza a ver cine con otros ojos, con otra mirada, y se inician los agrupamientos destinados a indagar, bajo la pregunta simple y elemental de ¿cómo se mira un film?, pregunta que encierra toda una postura existencial, y a tratar de deconstruir la obra fílmica con múltiples objetivos estéticos, técnicos, y humanos. El cine que se desarrolla en ciertos países de Europa (Francia, Italia, Alemania, Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rusia, etc.) en las décadas del 40, 50 y 60 en especial, tratan de escapar de la influencia industrialista y mercantilista del cine norteamericano con un claro predominio universal, salvo las ricas e innovadoras producciones de un grupo de realizadores, muchos de ellos europeos, refugiados como consecuencia de la guerra, e incursionan en el estudio y la producción de un cine conceptual y estéticamente distinto, asentado sobre la concepción del hombre y del mundo del autor más que en su éxito comercial o taquillero, y por añadidura, en el lenguaje del cine, su gramática y su particular semántica. 
Por supuesto, nuestro país, que hizo un cine desde sus inicios, a principios del siglo XX, fundado en la influencia esencialmente norteamericana, y en la década del sesenta, en el francés y en el italiano, dada la extraordinaria movida de los grandes directores de la Nouvelle Vague y del Neorrealismo italiano, no estuvo aparte de esta tendencia, y no sólo realizó producciones bajo esa estética sino que además la cultura argentina, por no decir porteña especialmente, pergeñó obras en el teatro, la pintura, la literatura y el cine, con clara influencia europea. Entre ellas la generación de varios cine clubes, como el “Cine Club Núcleo” y la revista “Tiempo de Cine” de honda significación y ascendiente en los autores y la crítica de nuestro país especialmente.
Ambos, trabajaron meticulosamente sobre el nuevo cine europeo, argentino, de detrás de la cortina de hierro, y en el rescate de ese grupo tan particular de directores norteamericanos, como Jacques Torneur, William Wyler, Frank Capra, Billy Wilder, o Alfred Hitchcock, de origen extranjero, así como los directores rebeldes, y aquellos artesanos que si bien respetaban los códigos hollywoodenses eran verdaderos creadores en el medio.
El Cine Club fue, entonces, una herramienta peculiar y muy propicia para conocer el origen y las características esenciales del lenguaje cinematográfico contribuyendo a valorar mejor el cine que vemos. La apreciación cinematográfica, y el aliento a las posturas críticas frente a la pantalla, se constituyeron en los ejes esenciales de estas instituciones que también fueron generadoras de un periodismo especializado fundado en muchas ocasiones en corrientes filosóficas y lingüísticas que profundizaron en el arte de la confección de guiones y la realización. Sobre esto cabe decir que los mejores críticos y periodistas de cine, y arte en general, surgieron en un alto porcentaje de estos cineclubes.
La Biblioteca Alberdi de Punta Alta ha asumido un claro desafío. Un Cine Club es un foro, es decir, un espacio no sólo desde el punto de vista físico, sino desde lo que entraña un debate, una mesa redonda, una discusión sobre un tema, y en este caso, sobre una obra de arte como es un film. Pero, no es sólo esto, lleva consigo una estructura, una organización, y un sentido institucional que hace que se lo dote de una entidad para su instalación y consecución de los objetivos que le da su razón de ser. Es una organización socio-cultural, portadora de una dinámica especial para el conocimiento, la educación y la formación no sólo sobre el séptimo arte sino también desde lo humano, si consideramos que la obra fílmica es la consecuencia de una tarea noble sobre una concepción del hombre y del mundo, tal como sucede con la literatura, la poesía o la pintura.
Punta Alta tuvo una importante experiencia, en este terreno, que se remonta a finales de la década del cincuenta con la aparición y organización del Cine Club Punta Alta, exhibiéndose el material fílmico en el viejo Cine Colón, para lo cual se contrataba todos los domingos a las diez de la mañana un proyectorista que se encargaba del manejo técnico de la máquina, y con integrantes que un día antes esperaban en la terminal de ómnibus las películas que venían embaladas en bolsas con los correspondientes rollos en sus latas. Así se pudieron apreciar obras del cine ruso, polaco, francés, italiano, sueco, clásicas y contemporáneas, Chaplin y los Hermanos Marx, como Bergman o Godard. Previo al comienzo de la proyección se repartían hojas con críticas extraídas de publicaciones especializadas o bien realizadas por los mismos integrantes del Club. De esta manera nuestra ciudad no estuvo exenta de participar del movimiento cineclubista que a nivel nacional y mundial generaban los distintos movimientos de la crítica y el estudio de este fenómeno, que así escapa a su encasillamiento como entretenimiento o mero fenómeno de masas para enfocarlo en su verdadera dimensión como expresión artística y de profundos contenidos.
Luego, otros modos o prácticas llevaron a tratar de emular ese fenómeno cultural, pero fueron muy efímeros o circunstanciales, sujetos muchas veces al poder político de turno y a la burocracia cultural del momento. Hasta la creación del Club de Ajedrez, a mediados de la década del 80 que, bajo la concepción de la práctica ajedrecística como un arte tanto como un deporte, se inicia otra etapa para ensayar un esbozo de cine debate, que conjuntamente con el Premio Alfil, como hechos culturales, trata de incursionar en la consideración de un cine para el análisis y el estudio crítico de las mejores obras de la cinematografía universal.
Otras instituciones o movimientos, como el 4to. Diálogo del Movimiento Focolares, retoman con mucho esfuerzo y entusiasmo esa concepción, y en el Bar Central se inician foros de cine debate centrados en los valores y las concepciones humanísticas de las películas y sus autores como ejes para la discusión y la elucidación de los mejores fines para promocionar el diálogo entre las distintas creencias alrededor de la imagen y la metáfora fílmica. Toda una cabal experiencia sobre cómo el cine puede ser un interesante vehículo de acercamiento y afinidad entre hombres con distintos juicios y pensamientos.
Por último, ciertos requisitos se deben cumplir para que podamos hablar de un Cine Club. Primero que sea una cabal ayuda a la difusión del cine. Segundo que se logre cierta continuidad en el tiempo. Tercero que se le de una estructura para que se produzca el encuentro entre el espectador y el film, y una organización propicia para su desarrollo y sustento. Y cuarto se proponga la generación de debates, foros, publicaciones, crítica y estudios. Así, se verán cumplidos los objetivos sustanciales que le dieron significación y razón de ser, hacer del film un vehículo apropiado para el estudio del hombre y su obra, nada menos.
Héctor Correa
Punta Alta, abril de 2012


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